Tres claves para entender la crisis en la frontera con Venezuela
Sí hay delincuencia colombiana, ¿pero qué busca Maduro y qué puede hacer el Gobierno de Santos?
La crisis social y humanitaria que se vive en la zona de frontera por la decisión del presidente Nicolás Maduro de cerrar el paso entre Colombia y Venezuela va en aumento. Caracas argumenta una supuesta amenaza a su seguridad nacional por la presencia de ‘paramilitares’ colombianos en su territorio.
Estas son algunas pistas para comprender la lógica de la declaración de Estado de excepción en seis municipios del Estado Táchira de la zona de frontera.
Sí hay delincuencia colombiana, pero no pruebas de paramilitarismo en Venezuela
La frontera terrestre entre Colombia y Venezuela es una de más extensas (2.219 kilómetros) y la más poblada de América del Sur. El tránsito diario de lado a lado, a través de los pasos legales y de decenas de trochas, es intenso. Esa situación ha redundado también, potenciada por la falta de controles de lado y lado, en la generación de un campo propicio para la ilegalidad, cuya cara más visible es el contrabando .
Maduro asegura que los colombianos están detrás de la impresionante oleada de delincuencia en Venezuela -que de ser uno de los países más tranquilos de la región pasó a ser uno de los más inseguros, con una tasa que supera los 60 homicidios por 100 mil habitantes.
El fantasma del paramilitarismo ha sido usado recurrentemente, tanto por el fallecido presidente Hugo Chávez como por Maduro. La justicia colombiana determinó que las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) intentaron, a comienzos de la década pasada, crear un grupo armado en Venezuela, pero esa intención nunca prosperó y de hecho la cúpula paramilitar buscó acercamientos con el gobierno de Chávez, al punto que ‘Julián Bolívar’, capo de las Auc, estuvo en Caracas reunido con altos mandos venezolanos con la intención de lograr apoyo de Caracas al proceso de paz con el gobierno de Álvaro Uribe.
A pesar de la desarticulación de los grupos paramilitares a mediados de la década pasada, producto del proceso de paz y de los avances judiciales en Colombia, la supuesta ‘amenaza paramilitar’ subsiste en el discurso oficial venezolano.
Paradójicamente, en ese discurso no se le presta atención a amenazas provenientes de Colombia cuya existencia en Venezuela sí es un hecho. Así, grandes capos colombianos, como ‘Jabón’ y el ‘Loco’ Barrera encontraron refugio en el vecino país aprovechando redes de corrupción en la Fuerza Pública venezolana.
De la misma manera, la presencia comprobada de estructuras de la guerrilla en Venezuela ha generado problemas de secuestro y extorsión en la zona de frontera.
¿Qué busca Maduro?
En la política venezolana y para la opinión pública de ese país, la agenda con Colombia tiene enorme importancia. Históricamente, en buena medida por el diferendo limítrofe aún sin resolver, agitar la bandera del nacionalismo en contra del país ha producido réditos en esa nación, a diferencia de lo que tradicionalmente ha sucedido en la política colombiana.
En Colombia el tema venezolano puede ser usado políticamente –como el fantasma del ‘castrochavismo’ que es recurrente en el discurso del Centro Democrático-, pero no produce votos.
Agobiado por una crisis política y económica cada vez mayor, Maduro recurre a una salida recurrentemente utilizada por los gobernantes en problemas: dirigir la mirada de la opinión pública hacia un supuesto enemigo externo, de tal manera que la falta de productos básicos, la inseguridad y la corrupción pasen a un segundo plano.
Las dificultades del chavismo de cara a las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre propician también la búsqueda de un supuesto enemigo por fuera del país.
¿Qué puede hacer Colombia?
Aunque en la política las salidas duras tienen mejor acogida entre la opinión, la experiencia ha mostrado que lo más conveniente para el país y para los millones de colombianos que viven en Venezuela es no caer en las provocaciones y procurar entendimientos bilaterales o en el marco de la diplomacia regional (la OEA y Unasur) . Esto, por supuesto, sin dejar de exigir el respeto por los derechos de los compatriotas que están siendo perseguidos por algunas autoridades venezolanas.
De hecho, la exigencia de Maduro para tener una mayor colaboración colombiana en la investigación del supuesto movimiento paramilitar en Venezuela podría ser aprovechado para poner sobre la mesa la importancia de que Venezuela colabore realmente para detener a jefes de las Farc y el Eln que están en ese país.
Un caso emblemático es el de ‘Pablito’, uno de los más belicosos jefes del Eln que se fugó de una cárcel en Arauca hace seis años y que desde entonces se mueve con tranquilidad por el estado Apure.
‘Pablito’ es uno de los responsables del resurgir ‘eleno’ en Arauca y hasta ahora no ha sido posible que Caracas responda positivamente a las solicitudes colombianas para frenar sus acciones desde el otro lado de la frontera.